El miedo nos condiciona desde que tenemos uso de razón, simplemente porque nos enseñan a tenerlo:»no hagas esto, te harás daño, cuidado, pórtate bien…» Una serie de consejos y amenazas veladas que vamos almacenando en nuestro ceredro y que jamás borraremos de la memoria. Nuestros padres, educadores, nuestro entorno en general nos inducen a tener miedo, es la gran lacra del mundo en que vivimos y hemos vivido anteriormente. Cuando llegamos a la edad adulta nuestros miedos se acentúan, por la obligación de tomar nuestras propias decisiones e intentamos seguir las reglas que nos enseñaron siguiendo inconscientemente el patrón de lo aprendido. No es una crítica hacia nuestro educadores, no sabían actuar de otra forma ya que ellos también pasaron por los errores de sus antepasados: la historia siempre se repite.
Claro que las personas que nos aman desean lo mejor para nosotros pero estas buenas intenciones van por el camino equivocado al inculcarnos unas pautas caducas. Está claro que los adultos han de velar por el futuro de los pequeños pero no a través del temor malsano que enlodará su vida hasta el final. No se ayuda a nadie con preceptos basados en una moralidad hipócrita sacada de mitos y la hipotética existencia de un Dios vengativo. ¿Que niño no ha soñado con el dichoso infierno, rodeado de demonios y fuegos ardiendo? En su tierna consciencia el niño no puede de dejar de pensar: «si me porto mal iré al infierno» Hasta que pasados muchos años se da cuenta de que el infierno es la vida donde nos toca aprender. Pero ¿cuántos aprenden de verdad?
La muerte, sobretodo en nuestra religión judeo- cristiana, es un tema muy espinoso y aunque parezca inverosimil más de un creyente se representa un dios con barba blanca con una balanza en la mano sopesando lo bueno y lo malo esperando en el cielo, leen la Biblía sin saber interpretarla entre lineas, el resultado es una muerte con miedo, angustiosa y traumática cuando el cambiar simplemente es un hecho real y hasta placentero. En resumen: vivimos nuestra vida equivocados y sobretodo convivimos con la muerte sin darnos cuenta que estamos estrechamente ligados a la eternidad del universo. Vemos a diario como nace y muere el día, como se marchitan las plantas, como se marchan nuestros seres amados, sin pensar que todo es la rueda de la vida, es el imparable RE-comienzo. Cuando estamos sometidos a una prueba, una de las muchas que tenemos que sortear durante los años, tendemos siempre a dramatizar con conjeturas y pensamientos que no hacen más que trastonar la poca lúcidez que nos queda, estamos terriblemente asustados y sin darnos cuenta multiplicamos nuestro desequilibrio psíquico:
Una enfermedad, el dolor físico, encontrarnos sin recursos para una vida digna, las separaciones inevitables, nuestro futuro, y por fin la muerte; todo se traduce con una sola reacción: el miedo acompañado por la angustia vital y depresiones. Llegamos incluso a veces a somatizar en nuestra salud física y mental éste trance. Cuando se termina de una forma u otra, nos damos cuenta que no era tan terrible, que siempre encontramos algo o alguien que nos ayuda y que nuestras vivencias amargas no son tan dramáticas y que el desenlace es mucho más liviano de lo que habíamos imaginado.
Nos falta tanto por aprender… «Ayúdate y el cielo te ayudará» Si no luchamos para salir adelante quedaremos siempre presos pero si le plantamos cara a los problemas, buscando ayuda interna y externa saldremos victoriosos del embrollo; un día sin darnos cuenta veremos la salida del tunel donde estuvimos encerrados y saldremos mucho más fuertes y positivos.
Nuestra vida es un eterno aprendizaje, hay que entender primero que estamos aquí para crecer, segundo que no hay nada totalmente bueno ni malo y por último que tenemos que saber que pasamos por etapas ineludibles que forman parte del juego.
¿Cuántas veces hemos apelado a Dios para que aparte de nosotros el sufrimiento? Cuando Él no tiene absolutamente nada que ver, es nuestro destino que rige nuestra vida, pero Dios en su amor infinito es como el maestro de la escuela de nuestra infancia: hemos de aprender, cueste lo que cueste, tenemos que cumplir unas reglas nada más.
Aprendamos a dejar fluir, que lo que nos viene no es ningún castigo, que forma parte de nuestro destino, puede que cuanto más sepamos más sufrimos pero forma parte de nuestro yo, que después de la tormenta viene la calma. Dejémonos abrazar lo mismo que los niños inocentes, no temamos el devenir de nuestra existencia, somos una piña donde nadie es más que nadie. Perdonémonos y perdonemos a todo lo que conocemos aunque nos haya herido. Estamos rodeados de amor, de este amor universal, fuera rencores, preguntas y reproches, nada de intentar ser perfectos, estamos aquí para limpiarnos, aprender a través de nuestros defectos a enmendarnos dejando de lado nuestro ego demasiado potente. Reconocer nuestros defectos es una terapia hacia el Dios cósmico e intentar amar sin recelos nos acerca a nuestra perfección que sólo encontraremos al final de los «viajes». Y sobretodo apartémonos del miedo para acercarnos al amor.
HOla guapetona.
Podria firmar casi todo lo que dices, pero creo que partes de un error de base. Segun tu texto el miedo no es algo inato y si algo que nos viene con el condicionamiento y no puedo estar mas en desacuerdo.
El miedo es una reaccion instintiva que viene de serie con nosotros. La mejor demostracion es mirar a un recien nacido reaccionar frente alo desconocido (que en su caso es todo). Un portazo, el ruido de la aspiradora, algo demasiado frio o caliente… cualquier cosa que aun no ha experimentado le hace saltar asustado y un recien nacido aun no ha sido condicionado por las «amenazas» de su entorno intimo.
La voluntad no la mueve el miedo, es mas bien al contrario.
Partiendo de aqui podria rebatir bastantes cosas de tu magnifico texto como las alusiones a dios frente al dolor y tal, pero creo que seria un ejercicio de presuncion por mi parte ya que lo que yo criticaria solo modificaria la forma y no el fondo del mensaje y por eso mi opinion en este caso carece de importancia. Lo unico que no veo con claridad es el hilo que une la segunda parte de tu texto con su introduccion mediante el miedo, pero tampoco tiene importancia.
Por cierto, siendo niño jamas soñe con el infierno de Dante y eso que mi educacion paso de las monjas a los curas sin anestesia. Lo dejo ahi por si te sirve de alivio saber que a pesar de haberme educado en la religion durante once años jamas me atormentaron los traumas religiosos de mis profesores, es mas (seguramente sin ser su voluntad), consiguieron extirparme su fe dejandome un espacio enorme para trabajar mi personalidad mediante las dudas.
Un besote
Yo también me crie con monjas… Seguro que tienes razón, no había caído en las reacciones de un bebé, o sea que nacemos con el miedo…pero creo que nuestra educación no nos ayuda a mermarlo. Bueno, es sólo una opinión.
Un abrazo.
Me parece que hoy operaban a Lúthien, no quiero llamar para no molestar, de todas formas sigo mandándole energía.
HOla Domi.
Veras, al final, sin quererlo, utilizamos la «educacion que nos han dado» como una coartada, casi como una excusa.
Sin negar que la influencia de la educacion es tan fuerte como la de un entorno que tributa por lo invariable y que huye de los cambios como de la peste hemos de ser sinceros y reconocer que el miedo es una reaccion instintiva ante los cambios, ante lo desconocido, y que el problema no es la herencia que nos han dado respecto a el, sino la falta de comprension que tenemos de el por no ser capaces de enfrentarlo.
En la vida vamos a temer siempre lo desconocido o lo incomprendido, pero necesitamos entender ese miedo, aceptar que es parte de nosotros y no luchar contra el porque es una alarma de que algo va a suceder y de que tenemos que prepararnos para enfrentarlo.
Para que lo entiendas mejor es como el dolor. A nadie le gusta el dolor, pero si no lo sintieramos no sabriamos que algo nos esta haciendo daño y no lo solucionariamos. Pues el miedo es igual, sin el seriamos temerarios hasta el extremo y al no distinguir el peligro lo afrontariamos sin ningun tipo de precaucion con lo que tendriamos un problema, ¿no crees?.
En cualquier caso la frase de la imagen que ilustra tu entrada es la mejor explicacion de todo esto, No luches contra el miedo, solo trata de ser cada dia menos cobarde.
Un besote
Tienes razón hermano, soy cobarde…supongo que influyen tambián los palos que recibimos, lo mismo que el gesto intintivo de miedo del niño maltratado tapándose con el brazo…Reconozco que he pasado mucho miedo debido a pérdidas anunciadas, ahora me gustaría ser menos cobarde pero siempre está el temor… Mi padre era un maltratador psicologico, incluso se maltrataba él. Ahora he hecho las paces con todo pero reconozco tener una sensibilidad demasiado grande, me chupo siempre el dolor de los demás. claro que da muchas alegrías pero también muchos quebraderos de cabeza.
Un abrazo fuerte.
Pues amiga, hay un aprendizaje pendiente ahi. Una cosa es la ayuda que aportes a quien este mal y otra que asimiles su dolor como tuyo porque entonces entras en una dinamica en la que ni ayudas a la persona como deberias (el dolor es suyo nada mas y es esa persona quien ha de superarlo desde si misma) ni te haces a ti ningun bien (te haces daño con un dolor ajeno por lo que no puedes curar la herida que te produces a ti misma).
Tanto la solucion a los problemas, como la superacion de las situaciones dificiles han de partir del propio individuo y no hacemos ningun bien a quien tratamos de ayudar si nos ponemos en su lugar porque entonces somos dos los que sufren y nadie el que ayuda.
Una mano tendida ha de ser un apoyo para que salga del bache el que esta dentro, no un medio para hacer caer al que esta fuera.
Un besazo
Hola Domi
Antes de saber que es el miedo, existió en nosotros una reacción.
Esta primera reacción, sin saberlo, es ante lo no conocido. Ya que tenemos mayor desconocimiento que conocimientos. Bien se podría definir a esta 1º actitud cómo «auto-protección». Que no se, dudo, si podría llegar a ser instinto. Por lo menos no es el instinto animal.
Luego, durante el transcurso de la vida, nuestra cultura se encarga de la generación de restricciones, opciones, castigos y recompensas. Estamos al tope de temores y de inacción.En definitiva pienso que el temor proviene al tener que optar.
Y creer que todo tiene un fin-fin, – muerte física- y dudamos de un comenzar, distinto y transformador, que nos lleva a descubrir la nada que somos.
Abrazo
M.
Sí Miguel, el miedo es saber tomar la decisión correcta, hacer las cosas bien pero siempre, por lo menos a mí, me parece que hubiera podido entregarme más, tengo muy claro que si he fallado es porque soy humana pero no es una disculpa…
Abrazos.
Querida Domi
Estamos colmados de fallos. Tantos como elecciones tomadas.
No es solo que me equivoque y sus consecuencias, se trata de tomar el mensaje que nos dejó. En algún lugar esta.
Nosotros lo entendemos en perspectiva del dolor, propio o ajeno, solo así.
El mensaje, creo, que eso es lo que debemos comprender.
Abrazo
M.
Tu casa es siempre una invitación a reflexionar sobre asuntos vitales. Gracias amiga.
Yo también creo que es importante distinguir el Miedo Natural de esos otros miedos adiestrados.
En el primer caso, es un aliado amigo mensajero, un recurso, una herramienta de la Vida que nos avisa de peligros, que nos ayuda a prestar atención, nos orienta y deja paso a que pongamos en acción otros recursos.
En el segundo… es un hipócrita tirano que nos esclaviza, que aumenta el volumen del dolor y el sufrimiento, que nos paraliza, que nos confunde…
Besabrazos sin miedo
TQM
Hola Rosa de los vientos,
Sí a raíz de la enfermedad de nuestra Riven volví a sentir este mismo miedo de antes, los miedos «aprendidos» ya están más que superados pero en este caso es más bien el miedo para otra persona pero sabes que estoy haciendo todo lo posible y seguro que el desenlace será bueno. Tenía que hablar de mi miedo para que no me atrapase de nuevo, exorcizarme y mi mejor terapia es escribiendo.
Además dos caballeros me dieron buenos consejos.
Gracias por el video.
Un besabrazo a compartir.
Escribir es una muy buena medicina :)nos ayuda a limpiar, soltar y corregir o borrar para reafirmarnos en serenidad, valor y sabiduría.
Y entre tod@s, vamos plantándole cara a los miedos.
Acudimos a la llamada de Riven. Una para todas, todas para una. Sin miedo.
Besabrazos
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