Ven tristeza mía, abrázame, envuélveme en tus tentáculos húmedos de lágrimas, estoy preparada, abierta sólo hacia tí para aceptarte con todas sus consecuencias, sin resistencias ni intentos de escapar; ven tristeza mía me ofrezco y me abandono, haz de mí lo que dispongas, somos una sola para siempre.

¿Cuántas veces robaste mis sueños, mis ganas de vivir poniendo una roca infranqueable en mi camino? Llegas como una ladrona, un hipnótico poderoso que me adormila pero no eres nunca bastante poderosa como para dejar mis sentidos tan anestesiados que siempre noto tu pertinaz presencia.

Mi tristeza y mi soledad se volvieron gemelas, no sé cuando, pero aquí están, hiriéndome sin dolor ninguno… Nos hemos instalado en una relativa convivencia buscando el hueco hondo de las heridas obsoletas para dejar pasar los años sin hacer quejumbrosas preguntas sentenciadas al silencio. Al principio, creía, pobre ilusa que éramos amigas pero cuando aparecías, tristeza mía, me sentía como un niño abandonado o un anciano sin retorno, ahora las pocas veces que me abandonas me siento casi extraña. Era criatura maltratada lo mismo que estos animales atados sin compasión y tú su desalmado dueño prepotente; ahora que te conozco ya no me siento víctima.

Fuí fuerte mientras hizo falta, ahora no tengo ni ganas ni fuerzas de luchar contra tí. Por eso te acepto, incluso te doy la bienvenida, quiero ser amiga tuya para acostumbrarme a tu agua salada de sabor amargo calando mis mejillas con demasiada frecuencia, quiero aprender a vivir contigo lo mismo que con la soledad, ser capaz de una sonrisa o un gesto amigable aunque me sangre el alma.

Mi piel lleva tus huellas pero no te inquietes, son marcas de una vida y nunca renegaré de ellas… Antes del completo despertar te noto mordiendo mis entrañas, aún mis pensamientos están embotados por una noche agitada de pesadillas pero he aprendido a reconocerte con un simple parpadeo cargado de sueño.

Díme tristeza mía ¿nos acostumbraremos la una a la otra? ¿aceptaré tu presencia como una consecuencia normal de mis vivencias?

Ay tristeza ¡cuántos estragos esculpes en este mundo incapaz de aceptarte!

Antes, ibas y venías lo mismo que un amante infiel pero ahora formas parte de mi vida, te abrí mi puerta y no tengo fuerzas para echarte, poco tiempo me dejas para dejar que me reponga; cuando pareces irte vuelves con más fuerza pillándome indefensa.

Te pregunto ¿porqué?  y sólo oígo tu risa socarrona en mi estómago, arriba cortándome la respiración, con tu peso emplomado y tu vitalidad alimentándose de la mía.

Intento en mi fuero interior justificarnos a las dos,¿es el tiempo de una estación adormilándose?, no, ¿son los años con sus acontecimientos?, no,¿son las circunstancias?… Y no encuentro respuesta tristeza mía, sigues sonriendo enigmática sin perderme de vista, eres mi Gioconda espiritual.

Me siento roca, tú viento erosionándome sin tregua hasta reducirme en polvo no sin antes haberme remoldeado despacito pero con tesón.

Quedate pues conmigo, hazme compañía, envuélveme en tus brazos enlazándose con los de mi soledad, acariciadme las dos como el más experto y dulce amante, llevaremos mejor el camino si paseamos en harmonía, me sacrifico ante tí en cuerpo y alma pero te suplico me dejes algún momento para soltar una carcajada o me ahogaré en mi propio desespero.

Ven tristeza mía, hazme el amor con tu companía, dejame disfrutar de tu presencia; no hay nada ni nadie que dure eternamente, gocemos pues de nuestro tiempo juntas, eres mí única pertenencia verdadera, mi amiga incondicional.