La Gioconda, famosa obra pintada por Leonardo da Vinci entre 1503 y 1506 sigue levantando comentarios, conjeturas y opiniones en todos los medios, de hecho es una de las pinturas más estudiadas de la historia y paradójicamente una de las más enigmáticas. Al principio sólo se estudió su eterna sonrisa «giocosa» (burlona) pero se han ido descubriendo más detalles en todo el cuadro. Recibe miles de visitas en el Louvre y fue adquirida por François I rey de Francia, el pintor su protegido falleció en Amboise el 2 de mayo de 1519.

Cuando se admira por primera vez no importa demasiado quién es sino qué representa y cuando más se mira más incógnitas suscita. Theofile Gauthier la clasifica como voluptuosa, Marcel Duchamp una viciosa reprimida (sic) y en 1869 Walter Paters escribe:»es más antigua que las roca, como los vampiros murió muchas veces y conoce los secretos de la tumba». Es decir que fue sujeta a la iniciación hermética, renació y vio la luz /iluminada/ lo mismo que los arcanos antiguos encerrados en un sepulcro /Et in Arcadia Ego de Nicolas Poussin/

Su vientre abultado al igual que estar la modelo sentada sugiere un embarazo o una alusión a la Fecundidad, Maternidad y Feminidad, /La Gran Madre/. Otros expertos hablan de la obsesión por la bisexualidad del artista, de allí la sonrisa andrógina  y su mirada casi insolente y burlona cuando las modelos en esta época posaban con los ojos bajos.

José Luis Espejo escribe:» Creo que este cuadro es una hoja de ruta del iniciado, con el fin de dar a conocer las principales claves del conocimiento secreto, así como el camino espiritual y espacial para seguirlo».

Leonardo da Vinci no se planteó esta obra como un simple retrato, de hecho se ignora si lo pintó por encargo o iniciativa propia, se lo llevó a Francia junto a su San Juan Baco y su Santa Ana y el Niño, por otra parte no existe ningún boceto preliminar ni se menciona en sus cuadernos y conservó el cuadro hasta su muerte. Lo vendió su albacea Francesco de Melzi a su protector Francisco I doce años después.

Sus ojos, mientras se la admira, no dejan ni un minuto de seguirnos aunque cambiemos de ángulo varias veces en la sala donde está expuesto el cuadro, la hermosa mujer sigue devolviéndonos una mirada burlona, llena de promesas mágicas como una llamada amable.

Otros expertos en el estudio del cuadro dicen que esta sonrisa enigmática es una invitación a sumergirnos hasta el fondo de sus arcanos introducidos por el artista. El decorado del cuadro y la ropa de la modelo podría reforzar esta suposición:

El camino sinuoso representaría la vía de la iniciación. El balcón la frontera entre lo circunstancial y lo eterno, la separación entre dos niveles. El velo el carácter secreto del arcano. La negrura del vestido, la suma gravedad del asunto. El vientre hinchado el poder de Fecundidad de la diosa. El paisaje el centro del conocimiento y el puente la unión entre dos mundos y la forma de acceder a una nueva realidad.

Hace más o menos un año Silvano Vinceti descubrió tres elementos nuevos: una L y una S en las pupilas de la Gioconda y el número 72 bajo uno de los arcos del puente. Hay varias hipótesis con las dos letras pero todos coínciden en la explicación del número 72:

En la nota 1565 de sus cuadernos de notas Leonardo da Vinci apunta: «»XVI C.6 de Ciuitate Dei, «Se Antipodes».»» San Agustín de Hipona en su obra La Ciudad de Dios escribe en el Libro XVI capítulo 6: «De aquellos tres hombres, pues, hijos de Noé /Sem, Cam y Jafet/comenzaron a existir a través de las tierras setenta y tres, o mejor, como debe calcularse, setenta y dos pueblos con tantas otras lenguas, que al ir creciendo han llenado incluso las islas». San Agustín repite varias veces esta cuestión en su obra. ¿Quería Leonardo da Vinci mandar un mensaje refiriéndose a la idea de la iluminación? Sin embargo se ha descubierto que el número 72 no fue escrito por él sino por su albacea y amigo Francesco de Melzi.

La Gioconda tiene muchas candidatas de la época: la Mona Lisa, esposa de  Francesco del Giocondo, una amiga o amante de Juliano de Medicis, Isabel de Aragón, Constanza d´Avalos, una amante del propio pintor, un adolescente vestido de mujer, un autorretrato del autor en versión femenina, Gian Giacomo Caprotti, conocido como Il Salai o simplemente una hermosa mujer imaginaria…

Muchos misterios esconde aún este maravilloso cuadro y quizas algún día se resuelvan todos los enigmas que encierra una simple sonrisa…

Puede que esta bella mujer no nos revele nunca su secreto pero no dejará por ello de ser una obra maestra.

El eterno femenino???…