Esta entrada es un poco la segunda parte de «Instrucciones de Empleo». Hay otros escritos en medio de los dos pero este es el último. Este fue escrito el 8 de Septiembre del 2010.

 

Hoy he ganado la guerra, mi guerra, después de muchas batallas; mi autoestima ha subido a lo más alto. Fue una lucha larga, lenta, agónica y llena de derrotas, aún no me confío del todo pero creo tener fuerzas para seguir adelante, he firmado el armisticio conmigo misma.

Está claro que no la he ganado sola, a mi lado estaban cuatro soldados de élite: Cristina, Rosa, Lola y Duende, ellos me guíaron, me apoyaron, me aguantaron, me protegieron y sé que sin ellos no lo hubiera conseguido. De tantas lágrimas vertidas he salido purificada, del dolor más atroz me he enriquecido inmensamente y las heridas de mi alma son las mudas cicatrices de tantas tribulaciones. Por fin he surgido del pozo sin fondo, he escapado del largo tunel oscuro que nublaban mis más elementales sentidos como una resurrectión volviendo a ser la persona desaparecida durante mucho tiempo pero con más madurez, más vida interior y una lucidez sensata.

Fueron años de un sinfin de fracasos, de pequeñas y escasas victorias, de demasiados sentimientos erroneos y contradictorios dentro de mí, dejando mucho que desear en lo físico: falta de higiene, de alimentación, de sueño…¿Pero cómo me iba a cuidar si me dominaba la sinrazón más absoluta, toda la soledad del universo,el miedo cerval? Mi vida era un caos, constantes crisis de ansiedad y  absurdas fobias me impedían llevar una vida normal, me estaba destruyendo por fuera y por dentro.

¡Tengo tánto que agradecer a mis fieles soldados! Al principio rechacé a Cristina mi psiquiatra ¿qué podía saber ella?  me sentía sola e incomprendida, caí en la autocompasión y mi autoestima cayó por los suelos, era culpable de mis desgracias y merecía el castigo divino de mis pecados. No quería ni mirarme en un espejo y me rapé el pelo con tal de no peinarme, no me cambiaba de ropa ni para dormir y la ducha estaba olvidada. Deambulaba como un alma en pena llamando la atención, me tomaba montones de pastillas que me llevaban a psiquiátricos: el histrionismo en estado puro. Las palabras de Cristina me asustaban, ella sabía muy bien dar en la diana, salía de la consulta terriblemente enfadada, bueno el enfado era mi estado normal, con todo, todos y conmigo misma. Poco a poco empecé a escuchar y deseaba ir a las visitas que con el tiempo se fueron espaciando; también encontré en los hospitales grandes profesionales pero Cristina fue mi lugarteniente en esta guerra. Mi psicóloga Rosa me enseñó una de las terapias más importantes de curación: hablar de mí misma, vomitar todo el veneno acumulado durante años, escuchar mi propia voz mientras vertía mi particular basura al contenedor del perdón más íntimo. ¡ Me costó tántas sesiones! Al principio me quedaba muda mientras ella esperaba en silencio sin muestras de impaciencia. Luego vino todo rodado, no me costaba ningún esfuerzo hablar de esto o aquello, a veces con calma, otras llorando y al final con fluidez, desnudaba mi alma sin pudor, sin sentirme juzgada, estaba transformándose mi yo, me transformaba yo sin percatarme, lentamente pero sin pausa. Luego estaban las recaídas, dolorosas derrotas que me hacían retroceder, pero sin apenas darme cuenta volvía a ganar terreno.

Lola me apoyaba con un amor casi maternal, sabía mezclar astutamente dulzura con rigor, me ayudó con inteligencia, tacto y mucho afecto

Mi gran amigo Duende apareció en el momento justo, ni tarde ni pronto, entró en mi vida, me demostró que me podía apoyar en él con toda la confianza del mundo, nos vemos amenudo, hace mi soledad más llevadera, pasamos juntos horas charlando, ríendo, llorando, paseando, hacemos juntos cosas sencillas, incluso discutimos pero nos damos lo mejor de nosotros mismos sin pedir nada a cambio.

Quiero agradecer a estos fieles soldados todo lo que me han dado, su ayuda desinteresada, su inalterable paciencia, su amor infinito y su extraordinaria profesionalidad; cada uno a su manera me ha ido rescatando regalándome lo mejor de ellos mismos. Se merecen toda la dicha del universo, Dios les bendiga.

También mis nobles amigos peluditos me dieron a su modo calor y cariño con su compañía desinteresada y libre de hipocresía.

Por fin mis fantasmas descansan, siguen conmigo porque siempre formarán parte de mí, a veces vuelve alguno produciéndome un dolor inútil, pero sé que la culpa es sólo mía, ellos me apoyarán siempre y desean verme feliz. Los recuerdos no han de ser angustiosos, han de ser como estos ojetos antiguos que se sacan de cuando en cuando para contemplarlos con la dulce nostalgia  del tiempo sin retorno.

Ahora sé quien y como soy, un ser ni peor ni mejor, normalito con sus virtudes y defectos, con derechos y obligaciones, he conseguido  aceptarme, quererme, respetarme y estar orgullosa de mi victoria merecida. Soy amiga mía, esta amiga que sabe perdonar sin juzgar.

La guerra ha sido dura e interminable, sé que habrán algunas escaramuzas pero puedo hacerlas frente, si sale alguna herida nueva cicatrizará, al menos ahora soy más inmune y valerosa.

 Sólo quiero ser medianamente feliz hasta que llegue mi hora, disfrutar de cada momento, amar y ser amada sin exigir grandes cosas, me conformo con los sencillos detallitos diarios y casi invisibles que me dan la serenidad de la paz interior

 Y seguiré caminando despacito, llena de fuerza renovada procurando devolver todo el bien recibido.

Dedicado a las personas mencionadas arriba y a mis queridos hermanos del blog que tanto me aportan. Gracias.

La traducción del video no es muy buena pero es la única que he encontrado, lo siento.